martes, 15 de septiembre de 2009

CrIoCoNsErVaCiOn De GaMeToS

CRIOCONSERVACIÓN DE GAMETOS.




Probablemente fuese Spallanzani en 1776, quien primero se preocupó de valorar cuantitativamente los efectos del frío sobre las células con sus estudios pioneros sobre la supervivencia de espermatozoides de caballo o de huevos de gusanos de seda expuestos al frío de la nieve. Pero hasta las postrimerías de los años 30 del siglo pasado no se iniciaron los estudios sistemáticos sobre el uso de agentes anticongelantes (crioprotectores) para la congelación de células y gametos. Desde el descubrimiento de Ivanov que vio que los espermatozoides de un morueco muerto en la nieve desde hacía 10 días, seguían vivos, empezó a pensar que el frío podía ser un buen medio de conservación. En el campo de la investigación, cabe destacar las numerosas aportaciones que los equipos de Polge y Rowson en Inglaterra, Graham y más tarde (Leibo,1980), en Estados Unidos, realizaron desde los primeros años de la crioconservación, investigando la cinética de la deshidratación celular, la acción de los crioprotectores y la variación de permeabilidad de las membranas, a la congelación.

En cuanto a las perspectivas de futuro inmediato se refiere, cabe citar los esfuerzos por validar métodos ultrarrápidos de crioconservación para desarrollar eficaces protocolos en la crioconservación de oocitos (Kane, 2003),

(Tucker et al, 2004).



La congelación de oocitos resultó ser, en sus inicios, técnicamente más problemática de lo esperado. El oocito maduro se encuentra en una fase de la división celular en la que el aparato microtubular que dirige el correcto reparto de los cromosomas a las células hijas tras la fecundación está ya formado, y es muy sensible a los cambios de temperatura. Por esta razón, resultaron negativos los primeros intentos de congelación de oocitos, ya que la célula no sobrevivía a la congelación o, en caso de hacerlo, se afectaba su aparato microtubular, dando lugar a la formación de blastómeros cromosómicamente anormales.

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